sábado, 2 de julio de 2011

Crítica: "Un cuento chino" La vida es un absurdo. Un completo sinsentido.


Crítica para la revista de cine online Encadenados.

Categoría: Cine. Tema del reto: Películas en la que dos personajes totalmente opuestos acaban inmersos en una profunda amistad. Un, dos, tres, responda otra vez (es entonces cuando los concursantes empiezan apresuradamente a contestar y sus tics nerviosos a aflorar). Un niño explorador y un anciano vendedor de globos, Up. Otra anciana, esta vez de carne y hueso, aficionada a la lectura y Gérard Depardieu, Mis tardes con Margueritte. Una fina y republicana madre coraje y un adolescente afroamericano sin techo, The Blind Side. Un titulado universitario con síndrome de Down y su compañera de trabajo, Yo, también. Un argentino irascible y devoto ferretero y un desesperado chino perdido por el mundo, Un cuento chino


La vida de Roberto (Ricardo Darín) es un gran mecanismo programado. Sumergido en su vida profesional, en su ferretería, en el número exacto de sus tornillos y en la exactitud de sus horas de sueño. Definido literalmente por Mari (Muriel Santa Ana), vecina profundamente enamorada de él, como gruñón, ermitaño, sensible, bueno y valiente. La vida de Roberto se ve brutalmente alterada cuando Jun entra de forma tan brusca, repentina y aleatoria en ella. La exasperante situación de Jun (Ignacio Huang) impide que Roberto sea capaz de expulsarlo de su casa a pesar de las tremendas diferencias que aparentemente les separan.

Estas marcadas diferencias entre dos personajes principales de una película son siempre muy atractivas de diseccionar, a pesar de que Un cuento chino se mueve dentro de la convencionalidad, al menos, en la trama que más contrasta las diferencias entre los personajes: La convivencia entre ambos y el particular movimiento “en busca y captura” hacia el tío de Jun. El acierto viene sin duda cuando la extraña afición de Roberto entra en juego.